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domingo, 12 de julio de 2009

Jerarquia de iniciación.

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Jerarquía de iniciación.

rito-de-iniciacionÀlejó o Aleyo– Visitante. Cuando se trataban de curiosos se le s llamaba: "gbogbo ìgboro kòwá ilé" – "todos los de la calle que entran a la casa".
Jèkígboyè – Persona que poseía los elementos prístinos y esenciales como ìlekè y Òrìsà guerreros. Jèkí – permitir; gboyè – titularse.
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Ìyáwo o Yabo – Iniciado en Òòsà. Luego de un año se convierte en un Olorìsà.
Bàbálòshà o Ìyálòshà – Padre o madre de Òsà. Personas que ya tienen otras iniciadas bajo su custodia y control. Cuando alcanza una edad suficiente y un correspondiente conocimiento se les denomina Alagbàlagbà.
Òríatè – Encargado de las iniciaciones y la lectura del oráculo "Dìlógún". Cuando se destaca por encima del resto de Òríatè y es encargado de la responsabilidad máxima, dentro de la dirección ritual, se le denomina Oba.
Omofá y Apètèbí – Hombre y mujer que poseen la pre iniciación de IFA conocidas como Owo Ifá Kan e Èkofá.
Bàbálawo – Adivino Sistema del sistema de IFA. Cuando alcanza un grado elevado se sabiduría por encima de sus congéneres se le denomina Olúwo.
Dentro de la Regla de Òòsà se apreciaban otras denominaciones que estaban relacionados con la divinidad que la persona poseía. Como era muy común recibir solamente una, el conocido Òrìsà tutelar, se utilizaba una forma de identidad.
Ejemplo los hijos de Òshùn, Oya, Aganju, Òbàtála, etc., se les denominada Olo Òshùn, Olo Oya, Olo Aganju, Olo Òbàtála, etc. La palabra "Olo" significa dueño de. Excepto en el caso de Sàngó o Yemoja que por su carácter autoritario no aceptan ser dominados por nadie por lo que, los que lo tienen como Òrìsà tutelar se les denomina Oní Sàngó u Oní Yemojá. La palabra "Oní" significa: posee.
Tradicionalmente un adorador de Sàngó requiere de Yemojá por ser la única divinidad que puede aplacar la furia e ira de
. Entonces se les entregaba la divinidad Yemojá. A estos se le denominan Oní Oní.



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sábado, 4 de julio de 2009

Yemaya, Yemonja, Lemanja, Iemanja o Yemoja

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Yemoja

clip_image001Yemayá, Yemònja, Lemanja, Iemanja o Yemòja es considerada generalmente la Diosa de las aguas y de su cuerpo, de acuerdo con la creencia popular, fluyen todos los ríos, las lagunas y el mar.
Ye-mo-ja es una contracción de Yeye – Omo - Eja, la madre de los peces, la palabra Omo está empleada aquí en un sentido genérico.
Hoy día se le asocia con el río Ògún y se le rinde un culto elaborado en aquellas áreas donde éste discurre, particularmente en Abeokuta.
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En Nigeria se dice que Yemayá o Yemoja nació en la la tierra Takua, que es donde nace el río Ògún y donde ella vive, por lo que esta zona se ha convertido en lugar de peregrinaje de infinidad de devotos.
Como ocurre con una buena cantidad de Òrisàs, Yemayá o Yemoja es también adorada en diferentes regiones y consecuentemente adopta diferentes nombres o formas, por ejemplo en Oyo la que impera es Mayelewo y un mito de ese pueblo, nos dice que ella era comerciante en la ciudad de Shaki.
Se casó con Okefe que es título real de Òòsàoko o Òrìsà Oko y éste la insultó por sus grandes senos, lo que le dio el sobrenombre de Somu Gaga (senos grandísimos), ella avergonzada se sumergió en el río y se fue a vivir con Olókun bajo el nombre de Somu Gaga y sólo sale del mar en contadas ocasiones en distintos puntos de la costa.
Yemayá o Yemoja es una deidad asociada con muñecos, en África se le tallan con maderas preciosas y llevan cargas secretas según el camino de esta.
Cuando está en la tierra le gusta vivir a la entrada de los montes, es trabajadora, vendedora de alimentos, tiñe telas y fabrica aceites de semilla de melón.
Los hijos de Yemayá o Yemoja no deben comer berro, ni quimbombó que son los ewes mas poderosos de Yemayá Yemoja, se viste de varios colores y formas pero los principales son: Blanco, azul en todas sus tonalidades, el verde en todos sus tonos y el rosado, le gustan mucho las rosas blancas, cuando sus hijos tiene la salud quebrada debe llevar una canasta de rosas blancas a la orilla del Mar y allí llamarán a Yemayá o Yemoja echándole las rosas blancas. Yemayá o Yemoja nació con la Luna, como Obàtálá nació con el Sol.

Cuenta la leyenda

yemoja wood sculpture Yemayá o Yemoja no encontraba con quien casarse, Ògún decidió hacerlo y de esta unión tuvieron un hijo llamado Òrungan.
Se plantea que Òrungan cometió incesto con su madre. Ella escapó horrorizada, pero fue persuadida calurosamente por su travieso hijo hasta que cayó de espaldas en la tierra completamente exhausta.
Chorros de agua empezaron a salir de su cuerpo y estos chorros se unieron formando un lago y de su cuerpo emanaron las siguientes deidades:
Olósà (diosa del lago).
Olókun (dios del mar y sus riquezas).
Dadá (el dios de los vegetales).
Sàngó(dios de la iluminación o del trueno y fuego).
Ògún (dios del hierro y la guerra).
Oya(Diosa del río Niger).
Osún (Diosa del río Osún).
Obá (Diosa del Oba o del cementerio).
Òòsàoko u Òrìsà Oko(Dios de la agricultura).
Òsóò(dios de los cazadores).
òke (dios de las montañas).
Aje Saluga (dios de la riqueza).
Sòponnà (Dios de la viruela).
Òrun (Diosa del sol).
Osú (Dios de la luna).

Una fábula

narra que Yemayá O Yemoja fue una mujer de gran belleza, pero que sólo tenía un seno.
Debido a esto no quería casarse por temor a que su esposo pudiera ridiculizarla y exponer su secreto al mundo.
Un día iba caminando muy afligida hacia su casa, después de regresar del mercado, se dijo: Cuan triste es estar sola, regresar a casa sin niños y no tener esposo para quien cocinar.
Ògún escuchó lo que ella dijo, ya que iba andando por el mismo camino.
Sintió un fuerte deseo de casarse con ella y la abrazó y dijo:
No temas.
Sé que luzco fiero y todo el mundo me teme, pero no te haré daño.
Te cuidaré y protegeré, pero hay una cosa que me tienes que prometer.
Nunca debes burlarte de mis ojos inyectados en sangre.
Yemayá o Yemoja estuvo de acuerdo en casarse con él. Confesó que tenía un solo seno y dijo:
Debes prometerme una cosa.
No toques nunca mi seno.
Durante mucho tiempo cumplieron las promesas.
Yemayá o Yemoja le dio muchos hijos a Ògún.
Un día Ògún quiso congratularse con Yemayá o Yemoja y entró a la cocina a hacerle una sopa, pero al no estar acostumbrado a estos menesteres dejó caer la olla, esta se rompió y toda la comida se regó por el piso.
Yemayá o Yemoja , que estaba descansando, se despertó con el ruido.
Corrió hacia la cocina y al no percatarse de cómo había ocurrido el accidente gritó airadamente

¿Qué haces en mi cocina?

¡Tú con los ojos inyectados en sangre!

Ògún se lamentó y se arrodilló a su lado, acariciándole el seno. Yemayá o Yemoja comenzó a temblar.
Se convirtió en agua y desapareció en un abrir y cerrar de ojos.
Ògún se entristeció por perder a su amada esposa y entonces se dijo:
La gentileza no está hecha para mi.
Apesadumbrado abandonó la casa para continuar su agitada vida de guerrero.
En algunas tradiciones nuestras, Yemayá o Yemoja adquiere otros atributos tales como:
Una sopera coloreada de azul y blanco con atributos y herramientas como: Un sol, una luna llena, un ancla, un salvavidas, un bote, siete remos, siete aros, un llave, una estrella, siete aros de plata.
Estos objetos elaborados en plata, acero, lata o plomo, un rabo de caballo con mango adornado con cuentas azules y blancas, maracas que se utilizan para saludar y para que preste atención cuando se habla con ella, un abanico con varillaje de nácar y oro, adornado con cuentas y caracoles, abanicos redondos hechos de pencas de guano adornados con plumas de pavo real, caracoles y cascabeles.
Usa un manto de burato ricamente adornado.
Todos estos atributos son adornados con patos, peces, redes, estrellas, caballitos de mar, conchas en miniatura, todo lo relativo al Mar. Siempre llevan cuentas azules y blancas alternas, piedras, cauries, etc.
Los collares son conformados con siete cuentas de cristal transparente, llamadas de agua y azules, azul pálido y agua, azul oscuro y perlas opalinas o cuentas de jabón, etcétera.
A Yemayá se le ofrenda carnero, paloma, jicotea, pato, gallina, guano, codorniz, cerdo, guiso de camarones con alcaparras, huevos duros, acelga y tomate; tamal de maíz que se tiene todo el día en remojo, se muele en un pilón y se cocina batiéndolo en una cazuela sin grasa y sin sal, se le da forma de pirámide y se envuelve en hojas frescas de plátano; razupo de frijoles, (se ponen en remojo frijoles carita, se pasan por un guallo para quitarles la cáscara, se hacen una pasta y se le echa sal, se pican ajos y cebollas añadiendo pedacitos de jengibre a la masa, se pone en manteca caliente una bolsita de bija, y cuando hierve se vierte toda la masa de frijoles que antes se había batido bien, se preparan moldes de papel y se rellenan con esta pasta), quimbombó con bolas de plátano verde o ñame; frijoles negros cocinados sin caldo y sin maíz; palanquetas de gofio con melao de caña, coco quemado, berro, lechuga, escarola acelga y chayote.
Su fruta predilecta es el melón de agua o patilla, aunque también gusta de piñas, papayas, uvas, peras de agua, manzanas, plátanos y naranjas, frituras de ñame con melao de caña, maíz finado, arroz amarillo con carne de cerdo y mariquitas de plátano.
Se acostumbra brindarle en una jícara el agua y de melao.
De los peces, prefiere la guabina, la anguila, el pargo, la rabirrubia, la cabrilla, el serrucho, el lenguado, la aguja, la cherna, el emperador y otros.
Al igual que hay espíritus en la tierra, los Yorúbàs creen también que hay espíritus que habitan en los ríos, las lagunas y el mar como es el caso de Yemayá o Yemoja .
Estos son reverenciados principalmente por las personas que viven cerca de ríos, lagunas o el mar y creen que los espíritus, si son servidos adecuadamente, pueden a cambio satisfacer las necesidades del hombre.
Ellos controlan la abundancia de la pesca, evitan el vuelco de las canoas y los accidentes en el río; algunos de los espíritus les dan hijos a las infecundas.
Sus principales símbolos son las piedras pulidas por la corriente del río y dieciséis conchas de cauries, estas últimas se emplean igualmente como medio de adivinación por los devotos.YemayaThrone

Oríkì Yemòja

(Alabando al espíritu de la madre de la pesca).

Bómi ìyámi Sómi tómiBomi t'òkunWè isé àjé mogbé jinàFi bun mi omodéFi bun mi aláàfíàMá kò àjé je miMá kò enia buburú pa miYemoja ìyá gbogboBómi ìyámi
Yemoja, madre de los peces, La madre de las aguas en la tierra,Nútrame, mi madre, Protéjame y guíeme,Como las olas del océano, limpie la brujería que yo la llevo lejos,Concédame niños,Concédame paz,No permita a las brujas devorarme,No permita a las personas malas destruirme,Yemoja, madre de todos, Nútrame mi madre






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jueves, 11 de junio de 2009

Yemoja, Olókun y Fermina Gómez

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clip_image004Fermina Gómez.
Los jubileos de Olókun en la casa de Fermina Gómez duraban entre el 18 y el 24 de septiembre de cada año, constituyendo una fiesta sumamente costosa pues había que sacrificar a cada Òrìsà su animal preferido y las ofrendas propias de la diosa azul debían entregarse en el mismo océano.
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Sin embargo, para algunos como Ferminita y sus más íntimos ahijados, todo el año era una fiesta, o al menos, el tiempo para la preparación del festejo. Para otros empezaba en los primeros días de enero. Siete prestigiosos Babaláwos e Ìyá l'òrìsàs dedicados a los cultos propios de los Òrìsàs: Esú, Ògún, Obàtálá, Sàngó y Òsun eran invitados, lo cual siempre constituía un altísimo honor y era motivo de gran satisfacción para los designados.
Otros siete, cuyas identidades nunca se revelaban, bajo pena de los más terribles castigos, eran convocados por Olókun para acompañarla por los caminos que vienen de la muerte a la vida y van de la vida a la muerte. Privilegio que para las personas de esta fe tiene el apreciable significado de la amistad de Olókun , con los beneficios que ello entraña.
También implica un riesgo, para uno de los siete secretos elegidos, pues antes de cumplirse un año de finalizada la fiesta, estaría frente a Olókun en la llamada “puerta de plata” que conduce al alem, para llevarle un mensaje a su príncipe guerrero y ella quedaría de nuevo esperando respuesta, pero ese mensajero nunca volvería al ayé o mundo de los vivos.
clip_image003De acuerdo a los testimonios de Eusebio Torriente- el sobrino de Ferminita-, Miguel Arsina- quien fuera el tocador principal de los tambores de Olókun en dicho templo- y Rolando Cartaza, quien como nieto de Remigio Herrera Addé Chiná se vio impedido en muchas ocasiones a presenciar dichas ceremonias,.
"El día 20 antes del amanecer, los pertenecientes al culto de Òsányìn partían en busca de las yerbas sagradas, mientras temprano en la mañana, coincidiendo con la salida del sol y luego de los cantos y rezos para Olókun siete Babaláwos iniciaban la matanza de los animales ofrendados a los Òrìsàs.
La sangre bañaba copiosamente los sagrados “ota” o piedras de fundamento pertenecientes a cada uno de los Òrìsàs que Ferminita tenía asentados en su casa, los de sus principales ahijados y los de otros santeros y santeras convocados al festival.
El día 21 era para el protocolo, pues se enviaban mensajes acompañados de los derechos u ofrendas (animales o dinero) para levantar o invitar a la ceremonia del océano y su gran festejo. Esa noche se dejaba preparado el altar público o trono de Olókun en la sala de la casa.
La mañana del 23 daba inicio con una febril actividad de las mujeres, unas preparando las comidas que serían llevadas al océano. Otras acondicionando la casa, mientras los tocadores y en especial el tamborero mayor ofrendaban un gallo colorado a Sàngó para que permitiera el lujo de otorgar voz a los atabales.
clip_image002No faltaban otros ahijados de Ferminita encargados de atender a los nutridos forasteros que en esa mañana iban arribando a la casa de Velarde desde distintos lugares de la provincia y de otros puntos de la Isla como Placetas, Abreu, Santiago de las Vegas, Bejucal, Canasí y por supuesto, la propia capital. Pero desde 1950 también fueron asiduos visitantes de República Dominicana, Puerto Rico y Bahía de Todos los Santos en Brasil. El promedio de participantes en las últimas siete festividades realizadas por Ferminita nunca fue menor a las 500 personas.
Ahijados de Ferminita dedicados a estiba en el puerto eran los encargados de coordinar con el gremio portuario los pormenores de la procesión acuática, realizada en las lanchas que entonces usaban los braceros para ir a descargar los buques surtos en la bahía. Dichas naves eran adornadas con telas y cadenas de papel en colores azul y blanco.
A las 5 de la tarde del 23 de septiembre las naves partían desde el pequeño muelle cercano a la casa , al final de la calle Milanés.
En la primera iba Ferminita acompañada de sus principales ahijados e invitados, donde nunca falto algún político de la época, artistas como Celia Cruz o José Orefiche, así como grandes rumberos de la talla de Hortensio Alfonso o de Esteban Lantrí, cabeza e importantes cabildos cual Mario Reyes del Espíritu Santo de los Arará; los ológbónes de Uriabón, las Ìyá l'òrìsàs del Iyessá Moddú San Juan Bautista y hasta el propio ewé Babaláwo Marcos Portillos Domínguez de Pedro Betancourt .
clip_image008Al llegar a la altura de Maya ponían rumbo hacia el estrecho de la Florida y llegados a la franja azul del océano Fermina comenzaba los rezos para su Olókun mientras los ayudantes iban entregado las ofrendas al mar. Allí mismo y desde todas las naves, se cantaba un orú en honor a la dueña del mar profundo, al son de los sacrosantos tambores batá, esos mismos que el 4 de diciembre de 1872 Addé China- Remigio Herrera- hizo sonar por vez primera en Cuba, allí en la esquina de Manzaneda y Daoiz, en su cabildo Santa Bárbara de nación lucumí, a menos de 200 metros de la casa donde luego viviría Fermina Gómez.
clip_image005Ruinas del cabildo lucumí Santa Bárbara donde Remigio Herrera recreo e hizo sonar por vez primera los tambores bàtá en Cuba.
Pero el 24 era sin dudas el gran día. Al amanecer hacía el Egún o Egúngun rito luctuoso en honor a los antepasados de la familia. Un gran almuerzo coronaba la mañana, como dejando todo preparado para la liturgia vespertina.
A las seis de la tarde Miguel Arsina llevaba los tambores bàtá al pie del trono de Olókun para dar comienzo al òrò seco, como llaman los matanceros al òrò del igbódù. Entonces comenzaba un desfile de todos los presentes para saludar el sitial del océano. Flexionando el torso tocaban el suelo con la punta de los dedos índice y medio de la mano derecha y luego se los llevan a la boca besándolos y diciendo ¡Oh mío Yemayá!
Seguían al filo de las 7 y media de la tarde un receso para comer y ya a las ocho y media en el igbódù daba inicio un òrò mixto de toques y cantos, pero sin bailar. Concluida esta parte y pasadas las nueve y media, los tambores se trasladaban para el patio, para dar comienzo al la liturgia última y principal.
clip_image001Un coro de Ìyá l'òrìsàs vestidas con ropas blancas y azules ocupaba el centro. Luego del saludo de los bàtá , se daba comienzo el òrò público. Poco a poco iban surgiendo los Òrìsà al ser invocados, aquellos santeros y santeras convocados desde el mes de enero anterior, con la excepción del Babaláwo seleccionado y los llamados para los misterios secretos.
Próximo a las once de la noche los posesos eran llevados a una habitación en el fondo de la casa. Tal era como una señal para que los no iniciados y las mujeres grávidas abandonaran la mansión. La puerta de la calle era cerrada y empezaba el momento esperado todo el año.
Del último cuarto Miguel Arsina cambiaba los tambores bàtá por las profundas olas del océano, los cueros azules, mucho más grave que cualquier otro tambor que haya sonado en Cuba. Uno a uno, los posesos convocados iban saliendo del fondo de la casa hacia la sala y cada cual era acompañado por un enmascarado de careta y túnica blanca. clip_image007
Seguían un orden estricto, Esù, Ògún, Sàngó, Òsun, un Babaláwo en representación de Òrúnmìlà, y Obàtálá. Cuando el padre de todos los orishas llegaba al centro de la sala, regresaba sobre sus pasos, para buscar al enmascarado azul a quien todos llaman Olókun .
Vestía una máscara blanca y una túnica múltiple de tela y encajes azules oscuros, sus manos y pies también iban cubiertos por guantes y medias de idéntico color. Nada de su piel podía ser visto.
Bailaban un buen rato al son de los himnos de Olókun . Este bailando ponía sus manos sobre los grandes tambores, sobre las cabezas de los tocadores y de los concurrentes, uno a uno. Luego desaparecía del mismo modo que se había presentado y tras él el resto de los encaretados y luego los otros procesos.
Los tambores del océano eran devueltos al cuarto del misterio. Al ponerlos en una esquina cada tocador daba un tenue golpecito sobre su correspondiente cuero, como indicando que en un año volvería a tronar, como pidiendo a Oloddùmaré que les permitiera vivir para poder de nuevo tener el placer de sentir las voces del océano entre sus manos. Terminado el tiempo de los mitos perpetuos, “la realidad imponía las miserias de lo cotidiano"






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Información y notas de obtenida de:
Dioses Yorubas. Lagos University Press. Lagos 1981. Pág. 63. 2.- Ídem.
Nota: Este trabajo es un fragmento del capítulo Décimo Séptimo del libro Los Dioses Negros de Israel Moliner Castañeda.

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