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Historia del Porque se Usa el Sacrificio Animal en la fe Yoruba También Llamado El Sacrificio en Nuestra Religión: "EBÓ"
Según cuenta la tradición, hallada en la memoria de un
Babaláwo yoruba, en una ocasión el rey de Benín fue a consultarse con sus adivinos y estos le dijeron que debía ofrecer algún sacrificio a los
Òrìsà y a los ancestros, pues de lo contrario, su hija, Poroye, "perdería su camino".
En aquel momento el rey se negó rotundamente a llevar a cabo el sacrificio porque pensó que era imposible que su hija pudiera perderse.
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En ese tiempo la madre de Òrúnmìlà era dueña de una antílope, llamada Siere, quien era la que se encargaba de hacerle las marcas faciales a los hijos de Òrúnmìlà , es decir, a los iniciados que conocían el secreto ancestral de la adivinación. A causa del exceso de trabajo, Siere se hartó y decidió escapar hacia el bosque.
Inmediatamente, al darse cuenta de lo sucedido, Òrúnmìlà se dio a la tarea de atraparla, lo que le tomaría dieciséis días. Siere corrió por la sabana huyendo y Òrúnmìlà la persiguió. Sierre corrió hasta adentrarse en el bosque de Alabe, hasta que cayó en un pozo y Òrúnmìlà, al tratar de atraparla, cayó también siéndoles imposible salir de allí.
Después de siete días de estar atrapados,
Òrúnmìlà escuchó la voz de una mujer que iba cantando. Esa mujer era Poroye, quien andaba perdida en el espeso bosque hacía algunos días. Al pasar cerca del pozo, Poroye se dio cuenta de que allí estaban
Òrúnmìlà y Siere sin poder salir.
Òrúnmìlà le rogó a Poroye que lo sacara del pozo y que a cambio él le daría lo que ella deseara. La joven aceptó el trato y los sacó del pozo. Una vez afuera, Òrúnmìlà agradeció profundamente el gesto de Poroye y le dijo que le pidiera lo que ella quisiera. Ella, siguiendo su más genuino deseo, le dijo a Òrúnmìlà que quería tener un hijo.
Él accedió a concebir un hijo con Poroye. Sin embargo, Òrúnmìlà le advirtió a la joven que, debido a que sus tres esposas no debían enterarse de lo sucedido, ella no podría vivir con él. Finalmente ella estuvo de acuerdo y con el tiempo nació una niña que fue llamada Olomo.
Pasaron algunos años y un día Òrúnmìlà les pidió a sus sirvientes que le trajeran una esclava ya que él debía llevar a cabo un sacrificio en honor al ancestro que lo protegía.
Sus sirvientes obedecieron su orden y le trajeron la esclava que
Òrúnmìlà necesitaba.
Esa esclava era la misma Olomo. Debido a que
Òrúnmìlà nunca la había visto, evidentemente no la reconoció, y le dijo que su sacrificio se llevaría a cabo en tres días y, mientras tanto, ella debía realizar algunas labores para que el rito venidero resultara exitoso.
Mientras Olomo realizaba dichas labores comenzó a entonar una canción cuya letra decía:
"Yo soy hija de Poroye, si hubiera tenido padre ellos no me hubieran atrapado para sacrificarme." En ese momento, las tres esposas de
Òrúnmìlà, al saber que Olomo entonaba esta canción, Odu, Osu y
Òsun, le avisaron a éste que la esclava estaba cantando estribillos extraños.
Òrúnmìlà llegó de inmediato y, al escuchar el estribillo, le preguntó a la esclava que cómo sabía la historia de Poroye, la cual era tema de su canción.
Olomo le contó que su madre, llamada Poroye, ayudó a salir un hombre que estaba atrapado en un pozo y éste en recompensa había concebido con ella con el fin de brindarle un hijo que no era sino ella misma.
Òrúnmìlà comprendió que a quien él iba a sacrificar era a su propia hija. En ese momento las tres esposas de Òrúnmìlà le reclamaron por todo lo acontecido. Él justificó ante éstas la relación que había tenido con Poroye diciéndoles que aquella mujer le había salvado la vida y, en recompensa, el accedió a su petición de brindarle un hijo.
Finalmente Olomo fue liberada y su sacrificio fue sustituido, por órdenes de Òrúnmìlà, por el de una cabra.
Desde entonces el sacrificio humano ya no tendría lugar jamás. A partir de ese momento, sería el sacrificio de animales lo que caracterizaría todos los ritos sacrificiales hasta nuestros días.
Indudablemente de este patakí (narración mitológica) concerniente a los Òrìsà y ancestros que tiene como propósito principal marcar un precedente moral, ético y ritual- podrían extraerse una cantidad considerable de aspectos histórico-culturales, los cuales, analizados en su contexto, son fundamentales para la comprensión del pensamiento religioso yoruba.
Sin embargo, ante su evidente polisemia, nos vemos obligados a resaltar dos aspectos que resultan ser necesarios para esta exposición, a saber, el hecho de que el sacrificio de
Olomo fue sustituido por el de una cabra, siendo esto la marca de una transición ritual en la cual el animal se convertiría en el nuevo eje de los ritos sacrificiales.
Por otro lado, el hecho que este sacrificio estuviese destinado al ancestro protector de
Òrúnmìlà, lo cual introduce una legitimación yoruba de los rituales que refieren al sacrificio de animales.
Pero,
¿por qué interesa traer a colación este tema? , Interesa inmensamente porque en repetidas ocasiones me he topado con ciertas opiniones expresadas tanto por no-iniciados (aleyos) como por iniciados en la en la fe yoruba, en las que el sacrificio de animales se legitima con base en otras prácticas religiosas, a saber, las halladas en el Viejo Testamento.
El Cristianismo, que fue traído a América hace más de 500 años e impuesto a la brava como religión oficial, goza, desde aquel entonces, de una posición privilegiada, a decir de la propia iglesia, la cual lo coloca como el gran modelo religioso universal.
Sin embargo, antes de tratar de descalabrar esa arrogancia terrible, muchos santeros(as) y
Babaláwo creen que si la Santería, desde su posición proscrita por la misma iglesia, logra justificar sus rituales con base en rituales similares encontrados en pasajes de la Biblia, entonces estos rituales santeros encontrarán una legitimidad innegable porque, como dijo un santero que escuché una vez:
"si hasta ellos lo hacen debe ser algo normal, ¿no?"
pece a las innumerables acusaciones que a le han hecho a la fe yoruba tildándola de satanismo etc..
el sacrificio de animales en dicha religión posee justificaciones propias que indudablemente nada tienen que ver con estas acusaciones sino con la tradición religiosa de la cual es heredera, a saber, la yoruba.
Con el propósito de establecer la diferencia existente entre el sentido de sacrificio hallado en el Viejo Testamento y en las prácticas Yorubas, debemos echar un vistazo rápido al libro de Levítico, ya que éste ha sido utilizado en ciertas ocasiones por iniciados en la Santería para justificar los ritos de esta religión.
En el libro de Levítico, específicamente desde el versículo 1 hasta el 7, se nos relata la historia de cómo un día Yavé llamó a Moisés y le ordenó que le sirviera de mensajero ante los hijos de Israel instruyéndoles detalladamente el método para llevar a cabo los sacrificios propiciatorios en su nombre.
De igual forma, Yavé le dijo a Moisés que estos sacrificios, siempre y cuando se hicieran según las disposiciones prescritas, serían bien recibidos por él y, a cambio, los pecados de la persona que ofreciese dicho sacrificio serían perdonados.
Evidentemente, y a diferencia de la tradición yoruba, en este pasaje del Viejo Testamento el sacrificio y el modo en que éste debe llevarse a cabo, ambos, están dados por Dios a los hombres a través de la revelación a Moisés y, en segundo lugar, el propósito principal del sacrificio, según se presenta en dicho pasaje del libro de Levítico, es lograr el perdón de los pecados.
Sin embargo, contrario a esto, el sacrificio de animales en la Santería está determinado, en primera instancia, por el rito de la adivinación, lo cual evidencia la existencia de una característica fundamental entre muchas religiones endógenas de África, a saber, la ausencia de una revelación divina y, por el contrario, la
persistencia de conocimientos ancestrales que han sido transmitidos a los hombres y mujeres desde los primeros tiempos, aquellos, según los yoruba, en los que la humanidad y los Òrìsà convivían en este planeta. En este sentido, jamás algún animal se sacrifica caprichosamente.
Cada sacrificio responde a la solicitud, a través de los métodos de adivinación, de algún Òrìsà o ancestro que requiere de uno o varios animales para poder resolver la situación que la persona consultada quiera solucionar.
Generalmente los Òrìsà y ancestros solicitan que les sea ofrecido uno o varios animales (especificando el tipo y el género) en el caso de que la vida o el bienestar de la persona consultada estén en juego. En este sentido, el sacrificio no es un instrumento mediante el cual se pretenda redimir pecado alguno ya que en la fe yoruba no existe tal concepto. En la fe yoruba ni el hombre ni la mujer son concebidos como depositarios a priori de cierta(s) culpa (s).
El sacrificio, según la cosmovisión yoruba, es la vía mediante la cual puede ser restaurado un proceso que haya sido interrumpido. Cuando escribo proceso me refiero a un ritmo. Cada quien nace con un ritmo específico, un ritmo espiritual en la vida, que no debe ser interrumpido ya que si es así, entonces la persona no podrá realizarse plenamente.
Sin embargo, cuando este ritmo ha sido trastocado, por las razones que haya sido, entonces se requiere del sacrificio de un animal para restaurarlo.
La sangre del animal, ofrecida a algún Òrìsà y/o ancestro, es capaz de restaurar dicho ritmo porque ella está ligada directamente a un ritmo en el cuerpo del animal.
Se cree que el ritmo sanguíneo del animal es el que restablecerá el ritmo perdido de la persona. Entonces, el sacrificio es un ofrecimiento específico de energías, que al ser aceptadas por algún Òrìsà y/o ancestro, éstos las devolverán del modo específico en que la persona las necesite.
Retomando lo escrito, la sangre del animal por sí sola no sería capaz de restablecer el ritmo perdido de la persona. Dicha sangre tiene que, por obligación, ser recibida por algún Òrìsà y/o ancestro para que pueda surtir los efectos deseados.
Es como decirle al Òrìsà y/o ancestro: "le ofrezco el ritmo sanguíneo de este animal para que sepa que quiero que usted me restablezca el ritmo que yo he perdido".
Por otro lado, mediante el sacrificio de animales se busca limpiar a la persona en cuestión de todo tipo de calamidades o máculas espirituales. Un ejemplo claro de esto es el llamado cambio de vida, rito mediante el cual la enfermedad de una persona se transfiere al cuerpo de un animal y éste es sacrificado.
El animal o los animales que se utilicen en este ritual sacrificial, el del cambio de vida, cumple con una función muy clara y esta es la de fungir como víctima de recambio. Es decir, se mata al animal para no que no muera la persona enferma.
Pero, no siempre se sacrifican los animales que funjan como víctimas de recambio. En ocasiones los Òrìsà y/o ancestros, a través de la adivinación, requieren que la persona se limpie con cierto animal y una vez terminada la limpieza, la persona debe dejar libre al animal sin necesidad de inmolarlo.
De igual forma, en ocasiones piden que la persona tenga cierto animal específico como su mascota en su casa. Dicho animal se convertirá en el guardiero de la persona y a su vez, se cree que en dicho animal habitará parte de la fuerza de vida (àse) de cierto Òrìsà.
Este animal al ser dedicado a cierto Òrìsà se caracteriza por traer un collarín hecho ya sea con cuentas o con cintas de los colores emblemáticos del Òrìsà concerniente. Si por ignorancia ritual algún iniciado vende, maltrata o sacrifica un animal guardiero, se cree que el Òrìsà concerniente lo castigará trayéndole alguna serie de eventos desfavorables a su vida.
Luego de haber expuesto, a grandes rasgos, las razones que dotan de sentido al sacrificio de animales en la fe yoruba, podemos concluir afirmando que este ritual posee justificaciones propias que distan de las encontradas en el Viejo Testamento, específicamente en el libro de Levítico.
A no ser por el hecho de que lo que se sacrifica en el ritual funge como víctima de recambio, aspecto que encontramos también en el pasaje del libro de Levítico, no hay otra similitud que hayamos podido observar.
De igual forma, resulta estéril justificar prácticas religiosas con base en otras que ya no tienen vigencia en el ritual cristiano, y más aún, que son condenadas por la iglesia misma. Aunque la Santería afrocubana posee prácticas tomadas del Cristianismo, las cuales fueron incorporadas, en principio, por razones de resistencia esclava durante la época colonial española en América, no por ello se debe concluir que cualquier tradición cristiana necesariamente justifica y le brinda legitimidad a las prácticas yorubas afrocubanas o santería.
Finalmente, la posibilidad del ejercicio comparativo entre religiones no debe ser anulada pero debe llevarse a cabo con base en criterios de paridad y no de subordinación.
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Información de obtenida de:
J.A.Cabán T. de la Casa IFÁ TOLÁ del Zulia, Venezuela
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